TGD (Trastorno Generalizado del Desarrollo)

En la actualidad, se escucha hablar a menudo sobre el TGD (Trastorno Generalizado del Desarrollo) que afecta a un porcentaje importante de niños en edad escolar.

¿Qué se entiende por trastornos generalizados del desarrollo?

Este término incluye cinco trastornos, que describiremos brevemente:

1) Trastorno de Rett: Se trata de un retraso psicomotor grave.

2) Trastorno Desintegrativo Infantil: En este caso, hay una pérdida significativa de habilidades previamente adquiridas, que pueden involucrar el juego, el lenguaje, el área social, motora, el control intestinal o vesical.

3) Trastorno de Asperger: Se caracteriza por un nivel intelectual normal o superior al término medio, sin retraso en el lenguaje, pero con problemas para comprender temas relacionados con la ironía y el humor. Los niños que lo padecen buscan interactuar con las personas, pero tienen dificultades para comprender los gestos y ademanes que ellas puedan realizar. Con una intervención psicoterapéutica temprana, se lograría que el paciente pueda interrelacionarse mejor en el futuro.

4) Trastorno Autista: Se manifiesta entre los 18 meses y los 3 años de edad. En este período se detecta cierto retraso en el desarrollo del niño en: la interacción social, el establecimiento de la comunicación y los intereses y actividades del niño.

5) Trastorno Generalizado del Desarrollo No Especificado: Tiene algunos síntomas de los que se presentan en las tres áreas afectadas en el trastorno autista.

En esta ocasión, nos concentraremos en el Autismo en particular, para abordar su manifestación en las personas.

Respecto a la interacción social, la persona afectada evita cualquier contacto visual, no responde a su nombre, muestra total desinterés por su entorno, evita el contacto físico, pide las cosas tomando la mano de alguien y dirigiéndola a lo que desea, incluso sin llamarlas por su nombre en algunos casos. Mueve sus manos o brazos en forma horizontal o vertical, de manera rítmica y constante, o juega con sus dedos siguiendo siempre el mismo patrón de movimiento. Gira o se mece sobre sí mismo, fija la mirada al vacío, camina de puntitas de pié, tiene hipersensibilidad a ciertos sonidos o luces, es hiperactivo o demasiado pasivo, posee agresividad o auto agresividad sin motivo aparente, manifiesta cierta obsesión por el orden, es muy irritable, desarrolla rabietas y risas sin motivo alguno.

Algunas de estas características tienen un sentido específico para el niño; desarrollarlas involucraría explicaciones más extensas, que escapan al propósito de este artículo.

En el establecimiento de la comunicación, el niño deja de decir palabras o nunca llega a presentar lenguaje; también puede ocurrir que se exprese en forma muy tardía. Su comprensión del lenguaje está muy comprometida, responde repitiendo la misma palabra o frase que escuchó, o recita frases o monólogos que ha oído en la televisión o en la radio. Aparenta tener sordera por no reaccionar a los sonidos.

Referente a los intereses y actividades del niño, el pequeño no tiene interés por los juguetes o no los usa con el fin para el que fueron creados, no juega ni socializa con los demás niños y repite constantemente los mismos patrones de comportamiento.

¿Qué se debe hacer cuando se tiene algún familiar o conocido con estas características?

Ante la sospecha de que alguno de los rasgos descriptos anteriormente, se estén manifestando en un niño, lo aconsejado es:

1) Contactarse con un neuropediatra, con profesionales del área de la salud mental y con asociaciones de padres que posean experiencia en el tema y puedan informar y contener.

2) Si nos encontramos en el rol de padres, es importante comprender y aceptar, dolorosamente en muchas ocasiones, que se tiene un hijo con una forma distinta de funcionar mentalmente. Esto implica la necesidad de procesar esta realidad; por lo cual, sugerimos la búsqueda de orientación profesional, porque en la medida en que se logre la estabilidad emocional necesaria, podremos ayudar en forma más efectiva a nuestro hijo.

3) Evitar la sobrecarga de uno de los miembros de la pareja, dividiéndose en forma adecuada el trabajo y la responsabilidad ente ambos padres.

4) Dotarse de paciencia y persistencia en el trabajo con el niño.

5) Entender que en la vida hay momentos de felicidad y otros con tropiezos; reconocer que todos somos seres limitados y aprender a descubrir en la crisis, las oportunidades para crecer.

6) La terapia enfocada en el TGD se encarga de modificar conductas inapropiadas de la persona afectada, transmitir estrategias para desarrollar una mejor interacción social, minimizar déficits de atención, fomentar comportamientos y habilidades positivas, enfatizar la realización de prácticas de actividades rutinarias (que no han sido adquiridas) para que el paciente las incorpore. Pero tenga en cuenta un concepto fundamental: el autismo no tiene cura. Se puede mejorar la calidad de vida en la adquisición de nuevas habilidades con la intención de que la persona afectada tenga un mejor desenvolvimiento en su vida cotidiana. El tratamiento incluye la colaboración de los padres y docentes que asisten al niño en su rutina.

Para finalizar, NO OLVIDAR que: “La estimulación temprana ayuda a prevenir de futuras complicaciones en cualquier niño con este diagnóstico y mejora su desarrollo.”

Lic. Jorgelina Parra

Psicóloga